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La habilidad y la artesanía: La Flor

Según la definición acordada en el Simposio Internacional

 

“La Artesanía y el Mercado Internacional: Comercio y Codificación Aduanera”

 

(Manila, Filipinas, 1997).

“Los productos artesanales son los producidos por artesanos, ya sea totalmente a mano o con ayuda de herramientas manuales o incluso de medios mecánicos, siempre que la contribución manual directa del artesano siga siendo el componente más importante del producto acabado.

Se producen sin limitación por lo que se refiere a la cantidad y utilizando materias primas procedentes de recursos sostenibles. La naturaleza especial de los productos artesanales se basa en sus características distintivas, que pueden ser utilitarias, estéticas, artísticas, creativas, vinculadas a la cultura, decorativas, funcionales, tradicionales, simbólicas y significativas religiosa y socialmente.”

Los siguientes textos son extractos del libro, Manos Madres. Relatos artesanos de Chile., de Catalina Darraidou, con fotografías de Catalina Ruitort y Alejandra Undurraga. Lo utilizamos para poner en valor el trabajo realizado en torno a la artesanía chilena, especialmente, porque al poner en dialogo el arte tradicional japonés con estas producciones simbólicas, descubrimos que en Asia estas manufacturas serían consideradas “arte”.

El valor de la artesanía producto de la habilidad corporal adquirida por el artesano, en la cultura asiática - válido para los procesos productivos en los que participa el artesano chileno, los cuales son parte de una forma de vida que no se disocia de la vida personal - está fundado en los siguientes puntos:

  1. El artesano establece una relación profunda con el entorno, especialmente, con la naturaleza, ya que ir a la búsqueda de materialidades implica recorrer un paisaje y, al mismo tiempo, involucrarse con el proceso de crecimiento o transformación de éstas, que no son simples “materias primas” sino vida que será transformada en otra vida (simbólica) mediante el proceso de creación. Por esto un artesano será mejor catalogado en la media en que sepa resolver por sí mismo todas las fases de producción de su “obra”. En muchas ocasiones reconoce su materialidad por los sentidos y, éstos afinados en relación con ella, y con el proceso de producción, será un indicador de las fases adecuadas o no del acabado de la obra.
     

  2. La habilidad se adquiere fundamentalmente por medio de la imitación del gesto de un “maestro”, quien manipula la materia y expresa a través de su cuerpo el modo de involucrarse en el proceso creativo. Este “maestro”, generalmente, es una persona de la familia, de ahí que en idioma asiático el concepto de arte contenga el ideograma de habilidad, yì y el de familia, shu. Por otro lado, es la materia misma la que va transmitiendo el modo en que quiere ser tratada – mediante un diálogo materia y mano – donde la sensibilidad juega un rol crucial, pues es ella la que permite sentir y seguir el curso espontaneo de crecimiento o la naturaleza del material, es decir, el lado por el cual se deja manipular más fácilmente.
     

  3. A través de la adquisición de una técnica el artesano ingresa a un modo de vida que incidirá permanentemente en su modo de ser y estar en el mundo, pues tal labor en cierta medida lo va instruyendo por medio del sabor, es decir, de la experiencia que va acumulando a partir del quehacer diario. Es la experiencia estética de la práctica, la sensibilidad y el ejercicio mil veces repetido de la labor artesanal, la que finalmente hace al maestro.

Coronas fúnebres nortinas

El texto manos madres, destaca el caso de Uberlinda Vera Jofré, distinguida como Tesoro Humano Vivo en el año 2012 por parte del Consejo Nacional de la Cultura y las Artes, la que de niña pudo aproximarse – ver - el trabajo manual de una pareja que producía coronas fúnebres de lata y papel, las que son profusamente ocupadas para la fiesta del Día de Muertos y también para las animitas que se encuentran a la vera del camino. “Las encontraba tan lindas que se afanó en aprender la técnica, hasta que un día se vio como la única artesana del pueblo.” P. 33

La misma relata respecto de su vocación inicial de artesana:

“Y me dio de repente con las coronas fúnebres que hacía la señora Berta y don Hernán Vigueras allá en la oficina. Como que me enamoré de las coronas ¡las hallaba tan lindas! Entonces le pedía a mi mamá permiso para ir a la casa de don Hernán, ‘si la Bertita está ahí siempre con él trabajando’, le decía yo para que me dejara. Unos 14 años habré tenido. Me pasaba tardes enteras plisando papel con ellos y viendo cómo trabajaban la hojalata. Se usaban en ese tiempo los tarros de leche Nido, los tambores de gasolina; todo se reciclaba para hacer coronitas, juguetes para los niños, palas y regaderas; no como ahora que se hace todo plástico y se consume y se bota.” P. 34

En el texto Uberlinda relata su proceso de vida unido a la confección de coronas, el que en su caso, está unido al paisaje de la pampa donde se crio y donde, finalmente, volvió para seguir con su labor.

Del mismo modo, expresa la diferencia entre realizar las coronas con un metal reciclado pero duro como el de los tarros de durazno, por ejemplo, con contraposición al hecho con latas de cerveza, mucho más blando y según ella, menos bonito. También denuncia que en fechas en que las coronas son importantes, como el 1 de noviembre, aparecen los vendedores ambulantes que compiten con su arte por medio de confecciones que no provienen de la labor artesanal.

En términos de experiencia estética, es muy importante la relación inicial con el material. En primer término, en el caso de las coronas, se utiliza papel o metal reciclado. Incluso he visto en cementerios mapuche en el sur de Chile, coronas confeccionadas con flores de papel de dulces. Este uso “apropiado” de los materiales de desecho es una manera de unir habilidad y reciclaje, expresando la sustentabilidad en el contexto de la cultura tradicional, ligando lo ritual con lo festivo y creativo.

Por otro lado, en términos del método Sātī, cuando se realiza una labor artesanal, la atención se concentra naturalmente en el cuerpo, la mente se silencia para focalizarse en la relación de la mano con el material. Es en este punto, donde el método “Arte y Cultura” de MOA Internacional pone el acento, es decir, cada vez que nos situamos en la acción para “vivificar” el material con el cual confeccionaremos una “obra”, a través del quehacer mismo alcanzamos un estado de consciencia más atento. La vivificación acontece cuando nuestra sensibilidad atenta nota sintiendo y abriéndose al material haciéndose receptivo a él, lo que puede manifestarse de distinta manera según el material. Por ejemplo si estoy en contacto con una flor, y simplemente la tomo y la pongo en un florero, la estoy manipulando, es decir, no estoy conectado con ella, no la siento. En cambio, si inicio el contacto con ella desde la conexión conmigo mismo mediante el método Sātī, es decir, realizando un esfuerzo de concentrar mi atención en mi propia sensación corporal, aquietándome, relajándome y serenándome, activo mi sensibilidad. A través de mi sensibilidad, mis sentidos, es decir, mi percepción y emoción, siento la flor, la miro lentamente hasta “encontrar su cara”, la vista desde donde ella muestra su belleza, desde donde la puedo ver de frente en toda su dimensión de apertura y eso no implica que esté necesariamente abierta, sino que implica una dirección en la que crece moviéndose incluso después de estar cortada.

 Lo que agrega el método Sātī en este punto, es que si ya alcanzamos este estado, ahora podemos dirigir nuestra atención a la sensación profundizando la relación o conexión con nosotros mismos y con la materialidad, aumentando nuestra sensibilidad accediendo a estados emocionales más profundos, denominados sentimientos, tales como, serenidad, gozo, gratitud, que acontecen durante este movimiento de concentración de  la atención mediante un esfuerzo.

A continuación presentamos algunos ejemplos de confección de flores extraídos de internet. A pie de página copiamos la dirección.

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